
Comprar un coche es un momento que provoca a la vez alegría y nerviosismo. Especialmente si se trata de un vehículo usado: siempre existe el riesgo de que bajo la pintura brillante se oculten problemas que requieren reparaciones costosas. A lo largo de los años he ayudado a decenas de conocidos a revisar coches antes de comprarlos, y cada vez me convencía de que incluso una simple comprobación por puntos puede evitar pérdidas graves. Lo principal es saber qué mirar y cómo no dejar que las emociones nublen el sentido común.
Lo primero por lo que hay que empezar es por verificar el código VIN. Este número único es como el pasaporte del vehículo. Debe coincidir en la carrocería, en el permiso de circulación y en los informes. Con el VIN se puede saber mucho: si el coche estuvo en accidentes, si figura como garantía prendaria o si participó en indemnizaciones de seguros. Los servicios de comprobación de historial operan con bases internacionales, por lo que incluso un vehículo importado de otro país resultará fácilmente “transparente”.
Igual de importante es confirmar que el vendedor realmente tiene derecho a disponer del coche. Los documentos deben ser originales, no copias. Compare los datos en el contrato, en el documento de identidad y en el certificado de registro. Ante la más mínima duda sobre la autenticidad de los papeles, es mejor renunciar a la operación. También conviene comprobar si hay restricciones o litigios judiciales relacionados con el vehículo.

La inspección de la carrocería merece la mayor parte del tiempo. Cualquier diferencia en el tono de la pintura, desajuste en las juntas o señales de pulido pueden indicar reparación tras un accidente. Si es posible, use un medidor de espesor de pintura para medir la capa. El acabado de fábrica siempre tiene un espesor uniforme, mientras que la masilla se delata al instante. Preste atención a los arcos de rueda, los umbrales y las partes inferiores de las puertas: ahí es donde suele comenzar la corrosión.
A veces las pequeñas cosas dicen más que la carrocería. Diferentes fechas en los vidrios pueden significar sustituciones tras un siniestro, y un faro nuevo puede ser consecuencia de un impacto. Revise los faros por turbidez, microgrietas y presencia de humedad en su interior. Los sellos de goma deben ser elásticos y no mostrar señales de repintado; esto también es un indicio de intervenciones en la carrocería.

Con el motor en marcha, preste atención al sonido: debe ser uniforme, sin golpeteos metálicos, fallos o vibraciones. Compruebe si hay fugas de aceite o de refrigerante. Si el motor está demasiado limpio, eso debe alertar: quizá lo lavaron antes de la venta para ocultar fugas. Olores a quemado, humo azul o negro en el escape son indicios claros de problemas.
Abra los depósitos de fluidos: frenos, refrigerante, dirección asistida. Un líquido sucio o ennegrecido indica un mantenimiento deficiente. Revise correas y mangueras: no deben presentar grietas ni desgaste. Si es posible, inspeccione las bujías: su color suele reflejar el estado real del motor.
Incluso un breve paseo dará más información que una hora de inspección estática. En una carretera recta el coche debe ir estable, sin desviaciones ni ruidos extraños. No debe haber vibraciones al acelerar o frenar. En los baches la suspensión puede emitir sonidos leves, pero golpes fuertes o ruidos sordos son señales de alarma.
Si es manual, las marchas deben entrar con precisión, sin esfuerzo ni rechinidos. En una automática o CVT no debe haber tirones, retrasos o deslizamientos. El aceite de la caja debe estar limpio y sin olor a quemado. Incluso pequeñas desviaciones pueden indicar reparaciones costosas, sobre todo en transmisiones automáticas.
Los coches modernos están llenos de electrónica y cada detalle importa. Encienda todos los sistemas: aire acondicionado, calefacción de asientos, elevalunas, iluminación, multimedia. No se pueden ignorar los errores en el panel de instrumentos: a veces es sólo un sensor, pero otras veces es una avería oculta.
Un volante muy gastado, asientos y pedales deteriorados suelen revelar el kilometraje real mejor que cualquier cifra. Si el vendedor afirma que el coche sólo ha hecho 50 000 km pero el interior parece fatigado, conviene sospechar. También preste atención al olor: un ambientador persistente puede ocultar humedad o moho.
Si el precio está notablemente por debajo del promedio del mercado, hay que entender por qué. A veces los vendedores tienen prisa, pero más a menudo eso oculta un defecto o un problema legal. Compare el precio con modelos similares para evaluar si la oferta es realista.
Incluso si confía en sus conocimientos, es mejor llevar a un especialista. Un mecánico experimentado notará lo que un no profesional puede pasar por alto. El servicio de desplazamiento de un experto cuesta poco en comparación con una posible reparación.
Al inspeccionar el coche punto por punto, no sólo busca defectos: compra tranquilidad. Un vehículo fiable no comienza por la marca, sino por un comprador atento.
Ninguna plataforma o vendedor reemplazará la participación personal. Inspección, diagnóstico, verificación de documentos: todos son pasos obligatorios si quiere que la nueva compra sea una alegría y no un problema.